Debo confesarles que entre mi serial de películas favoritas se encuentran las de Piratas del Caribe y, tras el partido de ida, mi cabeza imaginaba a Zidane, subido al banquillo gritando a Tuchel y los jugadores del Chelsea: ¡Siempre recordaréis este día como el día en que casi elimináis al Real Madrid!
Y es que, creo que muchos madridistas, durante la primera parte recordaron tardes como las de Dortmund hace unos años o el repaso del Ajax en el Bernabéu hace dos temporadas y, encima sin poderse encomendar a un “efecto Juanito” para la vuelta.
Por tanto, y por mucho que, siendo honestos, un 1-1 a priori podría parecer un mal resultado, tras lo sucedido (a toro pasado el miedo es risa) creo que va a pesar más la sensación de que el Chelsea no sentenciase, que el resultado.
El Madrid salvó una mala tarde aferrándose a un gol de Benzema con una genialidad en una rendija y, sobrevivió. Precisamente esa puede ser la clave del desenlace, seguir sobreviviendo, porque a nadie se le escapa que Zidane, en un año que muchos llamaron de transición ya en octubre, plantea los partidos para sobrevivir, anclado en una defensa fiable, que, tras el naufragio de la primera parte junto con el centro del campo, volvió a mostrarse firme en la segunda mitad.
Y tendrá que seguir sobreviviendo, en un escenario que parece mejor que el que se puede pensar, con un campo inglés vacío por la pandemia y recuperando efectivos. Tengo la impresión que a medida que se acerque el duelo de vuelta, sobre el Chelsea irá pesando más aquello de no haber “rematado” al Madrid.
Decía Roberto Carlos tras el partido (sustituyendo a Butragueño como portavoz) que, en Londres, el Madrid jugará con el escudo; yo creo que los madridistas debieran aferrarse más, visto lo visto esta temporada, a la solidez defensiva y a un medio campo oxigenado y que recupera a Valverde, si el Madrid marca, el escenario cambia y, entonces seguro que a muchos le viene a la cabeza ese día en el que casi capturan al capitán Jack Sparrow.
Madridistas y aficionados londinenses se han ganado el derecho a soñar una semana más; los azules aferrados a los buenos argumentos futbolísticos, los blancos acogiéndose a su espíritu de supervivencia forjado durante décadas y, sobretodo, en noches europeas.
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